Reconoce lo que no recibiste, y aprende a dártelo tú.


La primera gran tarea que enfrentamos al llegar a este mundo no tiene nada que ver con logros, metas o títulos. Es mucho más simple… y al mismo tiempo, profundamente determinante: Vincularnos con quien nos cuida.

En la mayoría de los casos, esa persona fue nuestra madre.

Tanto si tuviste una madre ausente como si sentiste su amor presente, o si tu experiencia se encuentra en algún punto entre esos extremos… lo cierto es que esa relación te marcó para siempre.

Lo que viviste en tus primeros años de vida moldeó tu forma de verte a ti mismo, de relacionarte con los demás, de confiar (o no confiar), de amar, de poner límites, de sentirte digno, o de vivir con culpa.

Quizás hoy crees que tu crianza fue “suficiente para sobrevivir”. Y tal vez sí lo fue… pero no fue suficiente para darte las bases sólidas que sostienen la autoconfianza, la seguridad emocional, la capacidad de resiliencia y el orgullo sano de ser quien eres.

Y no es tu culpa. Pero sí es tu responsabilidad mirar con claridad lo que faltó, para dejar de repetir patrones y empezar a sanar.

Este taller es una invitación a hacer eso.

Porque cuanto más claramente veas lo que te faltó, mejor podrás construir nuevas formas de cuidarte, amarte y vincularte con los demás.

Sanar la herida materna no es rechazar a tu madre. Es elegir dejar de rechazarte a ti.

Quiero ser parte

Syllabus del Taller

✧ Clase 1 – Los mensajes de la madre buena

Exploramos qué mensajes recibimos… y cuáles no.
Identificamos carencias invisibles que moldean nuestra autoestima, relaciones y formas de protección.
Reconocerlo es el primer paso para construir un mapa hacia la sanación.


✧ Clase 2 – La madre que cumple su función

Cuando una madre no asume sus funciones esenciales, se genera un vacío profundo en el desarrollo del niño.
En esta clase exploramos qué funciones faltaron y cómo reconocer esos vacíos que todavía nos habitan… para comenzar a llenarlos de forma consciente.


✧ Clase 3 – Apego seguro y trauma de apego

¿Es posible desarrollar apego seguro en la adultez si no lo tuvimos en la infancia?
La respuesta es sí.
Aquí exploramos:

  • Cómo desarrollar vínculos seguros y sanadores en el presente

  • Qué tipo de figuras de apego podemos reconocer hoy

  • Y cómo el trauma relacional puede comenzar a transformarse cuando elegimos confiar de nuevo


✧ Clase 4 – Componentes constructivos y nutritivos

Para sanar necesitamos volver a sentirnos a salvo.
En esta clase profundizamos en los pilares que construyen una base emocional sólida:

  • Seguridad y refugio emocional

  • Sentido de pertenencia

  • El derecho a crecer y ser

  • Contacto físico y expresión afectiva

  • El hogar como espacio de reparación


✧ Clase 5 – Herramientas prácticas para sanar la herida materna

Sanar no es solo entender: también es hacer, sentir, integrar.
En esta clase final trabajaremos con herramientas concretas y abordajes complementarios para iniciar tu propio proceso de reparación interior.

Preguntas frecuentes

Quiero ser parte

Sanar la herida materna es un proceso de despertar incómodo que nos devuelve a la vida.

 

La herida materna no es sólo una herida del pasado, es una herida que seguimos cargando en la forma en que amamos, pedimos, cuidamos, huimos, nos exigimos o nos anulamos.

Una herida invisible, tejida en los años donde aprender a sobrevivir fue más urgente que aprender a ser.

A veces se llama carencia. A veces silencio. A veces perfeccionismo, miedo al rechazo o incapacidad de recibir.

Y nos dijeron que el tiempo lo cura todo, pero el tiempo no basta cuando el cuerpo sigue en alerta, cuando el alma no sabe si es seguro descansar. Porque no sólo fuimos hijas de una madre, fuimos hijas de su dolor no sanado, de su historia no contada, de sus heridas no nombradas.

Y reconocerlo no es para culpar, es para comprender. Es para dejar de repetir. Es para volver al cuerpo, al corazón, a ese anhelo escondido de haber sido vistas, sostenidas, elegidas.

Este no es un camino de reproche, sino de reunión. Con lo que fuimos, con lo que aún duele y con lo que podemos ser cuando nos dejamos sentir.

Aquí no vamos a idealizar el vínculo. Vamos a reconocer la herida, no como destino, sino como puerta. Vamos a escuchar al cuerpo, no como obstáculo, sino como oráculo.

Vamos a recordar que sanar no es borrar el pasado, sino darnos permiso de vivir sin repetirlo.

 

Este es un llamado:


 

✧ A las personas que sienten que algo falta, incluso cuando todo “está bien”.

 

✧ A las que han sostenido demasiado.

 

✧ A las que aprendieron a no necesitar, a no molestar, a no sentir.

 

✧ A las que están listas para recuperar lo que una vez aprendieron a negar: el derecho de habitarse, de cuidarse, de decir “esto me dolió” sin culpa ni vergüenza.

 

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